viernes, 9 de septiembre de 2011

Trasformados por el Poder de Dios capitulo 23

El protagonismo

La palabra protagonista, tiene relación a aquel que es el centro de
atención. Conocemos esto por las series de televisión y las películas en las
cuales hay una persona que destaca que es el actor principal. En el
cristianismo también hay muchas veces este tipo de figura en la cual
determinadas personas, ya sea en la iglesia o a nivel internacional se
dedican a ser la figura o actor principal. En la antigua Grecia la palabra
hipócrita se denomina actor. Uno que ejerce algo que en realidad no es.
El protagonista se convierte en un hipócrita, porque en la iglesia el único
protagonismo ha de ser dado a Jesús. Desgraciadamente cuando alguien
destaca en determinadas habilidades, o tiene un don que le hace destacar,
inmediatamente se levanta alrededor de esta persona una figura de
protagonismo, ya sea directamente, porque la persona realmente lo
consiente o inconscientemente porque sin querer se levantan admiradores
que exaltan al individuo, causándole mas mal que bien, puesto que se vera
obligado a luchar contra su ego constantemente. Cuando Jesús dijo:
Aprender de mi que soy manso y humilde de corazón, estaba poniendo
bases solidas para que este tipo de situaciones quedaran bajo control
¿Cuales son las señales que indican que una persona esta bajo ese espíritu
dañino? En primer lugar, la persona protagonista, nunca va a querer que
nadie le haga sombra, eso debilitaría su fama, y por lo tanto luchara, y
estorbara, a veces sin darse cuenta, hacia todo aquel que se interfiera en
su circulo de "gloria" Otra característica de este tipo de personas, es que
nunca enseña ni comparte lo que ha recibido. No es colaborador y nunca
esta dispuesto a ayudar a los que empiezan o no saben. Hay también en
este tipo de individuos una falsa humildad, en la que intentan aparentar
que ellos son sencillos, pero salta a la vista, y cualquiera con un poco de
discernimiento puede darse cuenta al instante que esa humildad no es real.
El protagonista ya tiene su recompensa, y aunque cante o predique o toque
la mejor música, su galardón le es quitado y solo tendrá los aplausos de los
hombres, pero nunca la alabanza de Dios. Dios quiere que trabajemos en
equipo, que nos ayudemos mutuamente, que extendamos nuestras manos a
los que empiezan a dar pasos de fe, y sobre todo que seamos conscientes
que la iglesia le pertenece a Jesús, pues fue El quien la compro con su
sangre.

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