La mirada de Dios
Cuan grande y glorioso es nuestro Dios, es capaz de llenarlo todo
con su Espíritu de amor y transformar las cosas mas horribles en preciosos
instrumentos. Quizás te sientas desplazado, o afligido, pero puedo decirte
que hay consuelo y victoria para ti. Dios te ha dado dones y talentos para
que puedas sentirte útil, y aunque ha veces pareciera como que todo se
hunde a tu alrededor, te aseguro que su mano te sostendrá. Solo hay un
secreto y es mirar a Jesús y a su palabra, si esto lo haces no caerás. Mirar a
la carne es hundirse, confiar en los hombres es un error, apoyarse en
nuestro sentir, o en las amistades es causa de muerte. Cuando las
circunstancias están desfavorables, es tiempo mas que nunca de apoyarse
en el brazo de Dios.
El hombre mira su egoísmo, su fama, se cree único, infalible. Y esto es
causa de tropiezo a los débiles. La verdadera humildad, no se ensalza a si
mismo, no tiene nada suyo, no busca las miradas de
los demás ni los aplausos de los muchos. El verdadero siervo, considera las
virtudes de los demás y las aprovecha para el bien general. Escucha el
consejo de los que Dios ha puesto a su alrededor, lo considera y decide en
consecuencia, presentando las cuestiones al Señor. El hombre que es
guiado por Dios no rompe, ni divide, ni considera lo suyo lo mejor.
La verdadera vida de Dios fluye en el arrepentimiento, en el clamor, en
la consagración. El verdadero fluir del Espíritu, nos lleva a buscar a Cristo
en humildad. La obra es de Dios, los dones le pertenecen a El, las almas
fueron ganadas por medio de su sangre en la cruz, ¿Que merito tenemos
pues? El ser participes de su plan, el obedecer y el amarle. Nadie es mas
que nadie, y si alguien es mas no se le vera, porque la vida real esta
escondida con Cristo, cimentada y enraizada con El en su amor.
No pretendo enseñar, porque no soy maestro, solo expreso el sentir de
un corazón que vive cerca de aquel que si sabe enseñar.:Jesucristo, a El
quiero darle toda la gloria y mi gratitud por cuantas cosas hizo y hace en
mi y en mi casa. El tiene siempre la puerta abierta, la mesa preparada, y
sus brazos extendidos para todo aquel que le recibe como salvador y Dios
de su vida.
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